La manteca del techo al tablero

El Gran Rey gruñe por un trago, a lo que el relamido lacayo responde susurrando a la san puta.
Los chacales ya coordinados en la mesa como la jauría que aparentan.
Listo cada uno de ellos juntando la baba con su puño, mirando con desmesura la fiesta desparramada sobre la madera. Casi no pueden con ellos mismos.
Un comensal se avalanza con un gesto sórdido. Un acto lascivo en su éxtasis.
Los demás esperan su reacción, con las mismas ansias con las que rien las hienas a punto de morder...