Tal vez haya sido su incandescente mirada, tanteándome por todo mi universo, lo que logró que levantara mi ceja con un gesto de interrogación:
al no saber cómo reaccionar ante semejante descontrol que causó en mi alma, revolviendo, así, mis más inhóspitos sentimientos, sentimientos puros,
descontrolados que se juntaron en ese pasillo morboso por donde corre mi sangre...
Y ahora trato de alzar mi mano y llegar hasta ella. Su lujuria acabaría con mi lujuriosa avidez.
Saciar mis instintos es lo que deseo, ella enciendo con fulgor esa llama que no todos tenemos.
Juega conmigo, entérate de mi locura, la que carcome desmesuradamente nuestras cabezas.
Hazme entender... recuérdame que aún estoy a tiempo.
¿Vendrás por mí? ¿Te acercaras y sentirás mi insípida culpa? Somos astros que cada vez se alejan más y más... Basta! Acurruca mi dolor con tu ternura implacable, hazme sonreír un instante más... (una suerte de pulsión), un poco de agua en mi desierto árido, ¿Me permitirías ser optimista? ¿Lo harías? Dejarme desconfiar de la idea de que esos putos diablitos me ocultan en la oscuridad de la desolación... Oculta mi temor, que no me vean así, no me veas así! Tantas veces arrodillado y gritando al viento con mi garganta cerrada. Debo frenar esto. Pero, ¿Por qué sólo yo? Tú también me debes recordar (o al menos eso creíamos).
Dulce agonía, Triste alegría. Me desdicho entero...
Ahora sentado en la vieja esquina que nos protegía. Noche oscura, mucha calma. ¿Qué haré ahora?.
Incertidumbre es lo que tengo. Mejor espero. Espero que vengan a buscarme. Ya vendrán aquí estaré. Ellos son esos ignorantes arrogantes que nos delatan la sencilla e improbable soledad.
Justo ahora que no necesito sus hirientes murmuros a mis espaldas; sus sonrisas preparadas, siempre buscando quedar bien (besando al Diablo y a su Dios)
Y con qué razón buscan retorcerme en mi exasperante agonía? Siempre me pregunto ¿Qué podrían ganar?... Qué podrían llegar a perder se no se acercan hacia mi inestable estado de ánimo, busco con alevosía un poco de tranquilidad ¿Qué más que tranquilidad? Si sólo reina la paranoia en mi estado.
Aquí están, ya llegaron. Sus rostros. Hambrientas fieras que no lograron saciarse. Tiernas indirectas se guardan en mi mente. ¿Qué querrán más que joderte? Voy a evitarlos, no deseo mi demencia para con ellos. Están frente a mi.
Empiezan a hablar, qué inertes... cuán fanfarrones son. Escucho grandes y altas alegrías provenientes de la mentira. Piensan. Acumulan resignación.
Hay tanto hedor a azufre en sus fauces, babean y se relamen esperando morderte en el momento y lugar adecuado (saben lastimar de lo más fulero). Caminan de noche, por las veredas que mas duelen... Pero, saben bien que perecen en mi indiferencia descarada (a veces logran más de lo que quiero)...
¿Las indiferencias se razonan como tales? ¿Realmente las tomamos de forma debida? ¿Sufrimos el ‘dolor’ que nos proponen? Las acariciamos de otra manera, tal vez...
A veces pensamos que nos entierran, en realidad, pueda ser, busquen mostrarnos otros caminos, libres, en cierto punto hermoso, que nos bese las mejillas con ternura frágil e indecisa.
Demasiado para tan poco. Te tengo en mis pensamientos. ¿Podría ser feliz?. Puede sonar mucho delirio, de cualquier forma lo intentaré.
Que raro... el sol está asomando y ni quiera lo noté. Camino regreso a casa. El silencio del amanecer agobia mis oídos. Estoy desmesurado y abatido. Espero llegar rápido, aún quedan una cuadras sin espejos que lastimen mi sentir mostrándome lo que soy...
Mi hogar, lógico, irónico, vacío... hasta las aristas quisieran escapar de aquí.
Lunes es ya... amanece, sol de medio día que invita a transpirar, y desprender olor a piel que ya gasté.
Frutos maduros cuelgan de la planta... amarillos... Bajo mi limonero.
Tal vez algún día suceda lo mismo conmigo. La reputación me atrapa en lo agrio y ácido.
Abro los ojos, pensamientos distantes. La razón escapante.
Incandescentes oleadas de sol cacheteando mi importancia; busco alzar mi mano y así alcanzar verticalidad...
Distinguiendo una mirada en mi espejo, la más oscura y fría que vi!
La murga de recuerdos llega a paso redoblado, al ritmo de la matanza a mi cabeza...
Saco de contexto la frase de mi canción preferida y revoleo un seis luces merodeando por mi sien, los pájaros callan, ya el viento no se escurre entre mis dedos... la transpiración en mi mano cargada.
Minutos terribles (tal vez sean segundos) ya no distingo los sonidos, sólo siento el metal que estrujo, mientras el mismo me mide con desprecio...
Listo para salir, y estallar en mil silencios. El tambor quiere trajinar. El tiempo se detiene... el pulso no se siente... A mares de adrenalina... alborotan mis sentidos.
Melancólico sonido que ya no besa a nadie, es sólo el pasar de mi infructuosa música folck. Proviene de mi cuarto, seguro alguien esté allí.
Ya conocía el olor a lavanda, nada nuevo para mi... Alucinando.
-“ Fuiste muy sabio emprendedor” , comenta mi corazón. “ Y presiento que por eso no podés mantenerte en pie”
Levantando la mirada... al final del largo pasillo ya puedo distinguir bien de qué se trata.
Ojos carnívoros, exaltados de lujuria y agonía por la decisión que he tomado... Me da tanto asco, temor, y me siento tan atraído a la vez...
Sé que nadie me ofrecerá nada mejor que ella... (Sé también que me ama, me desea), nada puede complacerme más en éste momento...
Acercándose con una paz espeluznante, mientras rasguña las paredes, dejando rastros agrios como la hiel de una amargura envolvente.
Me ajusta con su podrida mano de vieja recolectora de dolores ajenos, el viento se detiene y arranca continuamente.
Imágenes en el reloj de arena...
- ‘Papá Noel dejó de quererte...’
- ‘La gente te escupirá toda tu vida’
- ‘No existe nadie que te contenga’
- ‘No busques quién te quiera’
- ‘Necesito amor!’
- ‘Nadie de nada de lo que pides’
Las palabras, son tan ciertas que dan escalofríos...
¿Qué más queda? Algo podría ayudarme ahora; cuando ya no ruego por ella, que ya no la necesito.
¿Será que las plantas se riegan cuando están ya marchitas?